Resistir las violencias

Por Martina Paillacar Mutizábal / Fotografías: Raúl Snow

Luchas y desafíos de mujeres periodistas y comunicadoras Mapuche en Wallmapu

Luchas y desafíos de mujeres periodistas y comunicadoras Mapuche en Wallmapu

Caman, otro cóndor; Catrilaf, río entrecortado; Caripan, puma verdoso; Cayuman, seis cóndores; Coñuenao, tigre joven; Cuyul; carbón tiznado; Huenchual, llegar a una altura; Huenchumil, persona de luz; Huenuqueo, pedernal del cielo; Pailahual, ave tranquila; Manque, cóndor; Melipan, cuatro pumas; Millaqueo, el hablar del sonido y Rumian, colihue del sol. 

Todos ellos son los apellidos en mapuzungun -el idioma Mapuche- de las periodistas y comunicadoras que con cámara, grabadora, micrófono o registradora en mano se posicionan desde el inarrumen -el proceso consciente y permanente de observación y reflexión- y desde el rakizuam -el pensamiento- luchan y resisten para ejercer el derecho a la comunicación Mapuche. 

Sus apellidos nos hablan de su tuwün y kupalme, de su linaje y herencia del tronco familiar de origen, un origen común en Wallmapu, territorio histórico y político ancestral de la Nación Mapuche. Provenientes de distintos territorios del meli witxan mapu- del espacio cíclico y circular con los cuatro puntos cardinales y sus respectivas identidades territoriales: Puelche, Pikunche, Lafkenche y Williche- en sus historias como periodistas y comunicadoras, se entretejen memorias comunes asociadas a una historia de genocidio, colonización, despojo y patriarcado.

La comunicación que realizan es propia y situada y se da en la búsqueda de la transformación social, de reconstruir memorias, de difundir la relevancia de la protección territorial,  defender la Ñuke mapu- la madre tierra- y el itrofil mongen -la biodiversidad. Igualmente, de luchar por resguardar los Derechos Humanos, de visibilizar la cosmovisión y el kuify kimün, el conocimiento antiguo o bien denunciar la represión estatal, el racismo y los distintos tipos de violencias hacia el Pueblo Mapuche.

Se trata de una comunicación que es una lucha diaria y que se da en un contexto de incremento de la violencia hacia la prensa, país que, según la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de 2024 de Reporteros Sin Fronteras se encuentra en “situación problemática”.

Narrar desde la resistencia cultural y territorial: Vivencias de comunicadoras y periodistas Mapuche en Wallmapu 

Rayen Catrilaf es originaria del lof Ragnintulewfu, camino al territorio de Txaitxaico, Nueva Imperial, al oeste de Temuco, capital regional de La Araucanía. Su nombre en mapuzungun significa flor. Estudió periodismo en Valdivia porque quería comunicar aquellas realidades que no estaban siendo mostradas por los grandes medios y con ello visibilizar y darle voz a las comunidades Mapuche.

Dirigió el documental “Lof Triweche: Petu mogeley mapuche rakizuam”. También realiza la cobertura en fotoperiodismo de movilizaciones, marchas y trawün, encuentros territoriales Mapuche. 

Cuando cubre marchas, es usual que Carabineros la paren y realicen control de identidad, o que desconocidos le griten en la calle: “Terroristas, váyanse”.

—Cuando uno va a alguna movilización -explica Rayen- de primera siempre ven la ropa. Si uno está en algo como periodista pero con su tukuluwun -vestimenta tradicional Mapuche- no importa que uno sea periodista porque es Mapuche y el Mapuche es peligroso. Esa sensación da aquí.

Y agrega:

Se nos ha despojado de nuestras tierras, de nuestra cultura, de nuestra identidad. Somos personas que hasta el día de hoy estamos resistiendo frente a un sistema colonial que nos ha quitado nuestra identidad y por eso también es un acto de resistencia para uno ser Mapuche.

La sociedad chilena aún desconoce nuestra cultura, nuestras problemáticas que nos afectan y  por qué cómo Pueblo hemos luchado tantos años por más derechos, por el territorio, por la no destrucción de nuestros ecosistemas. Según menciona, la violencia hacia las mujeres periodistas se da en contexto en que “es una doble opresión, por ser mujer y por ser mapuche”. 

Mientras realizaba registros fotográficos, en contexto de movilizaciones por la educación gratuita en Valdivia, fue detenida en dos ocasiones por la policía. En una de ellas, en 2018, fue obligada a desnudarse en la Comisaría. “Eso es sólo para hacerla sentir a una vulnerable, siento que lo hizo solamente para humillarme. Fue terrible, en su momento me afectó”.

Agresiones en el ejercicio al derecho a la comunicación Mapuche, las han vivido muchas periodistas y comunicadoras. Carol Gallardo Huenuqueo, periodista de origen Mapuche campesino del medio socio ambiental EcoTv, dice: “La agresión siempre es una posibilidad, porque el periodismo está indefenso. Hoy que un carabinero te pegue una patada, te tire un chorro de guanaco (carro lanza aguas) o un gas no le importa a nadie. Son muy pocas las organizaciones que tratan de que se genere algo a partir de eso,sobre todo abordando temáticas como estas porque cuando uno aborda temáticas Mapuche por supuesto que la fuerza policial se hace notar”.

En 2020, Carol, junto al equipo de su medio, se dirigía Temucuicui  a registrar la segunda conmemoración del asesinato de Camilo Catrillanca, joven Mapuche asesinado por la espalda por Carabineros en 2018 mientras conducía su tractor junto a un menor de edad. 

—Tuvimos que arrancar, era impresionante, se hizo una fila tan larga de camionetas y camiones que iban a la comunidad desde Ercilla y los militares disparaban y disparaban. Toda la gente tenía que agacharse en los autos, fue tremendo. Yo no sé qué disparaban, no me atrevería a decir que eran balas, pero sí disparaban a los autos y lacrimógenas. Fue brutal, detuvieron a harta gente que iba saliendo. Finalmente, logramos entrar e hicimos los registros, pero era muy difícil. 

Durante el Estallido Social en Chile en 2019, en el que movilizaciones sociales exigían a largo del país cambios estructurales y políticos, Carol registraba con su celular con transmisión en vivo la detención irregular de un menor de edad en Temuco. En ello, un militar le arrebató su celular, exigiendo sus documentos, acreditación de prensa, conminando a que detuviera la transmisión y amenazando detenerla: “Fue impresionante ver a militares agrediendo físicamente a personas muy jóvenes, niños, era muy difícil ver la agresión que tenían con ellos”.  

Paula Huenchumil es periodista de Maipú, Santiago y docente en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Santiago. Ha colaborado con medios como Interferencia y Revista Anfibia. Durante la conmemoración del asesinato de Camilo Catrillanca, también tuvo que escapar de las lagrimógenas policiales mientras realizaba prensa. En 2024, Paula participó en el Foro Pueblos Indígenas y los Medios, organizada por la UNESCO en París.  

—Uno se da cuenta que el apellido pesa para que se te abran más oportunidades —dice.

En sus primeros trabajos recuerda le dijeron: “Tienes que publicar sobre los atentados en el sur”

—Ahí me di cuenta de que no me sentía cómoda en esos espacios, tuve una crisis vocacional y me pregunté ¿dónde voy a poder hacer periodismo independiente, con enfoque de derechos humanos?”  

Paula reflexiona:

—Como mujeres indígenas y periodistas muchas veces tenemos un doble cuestionamiento, se nos cuestiona por qué reporteamos tal tema o que no lo estamos haciendo desde un periodismo de calidad porque tenemos nuestro apellido visible, eso habla del racismo estructural. Así, nos cuestionan ¿por qué una Huenchumil, por qué una Paillacar con el apellido, por qué investiga temas Mapuche? ¿Está haciendo activismo o está haciendo periodismo? A veces ni siquiera conocen nuestro trabajo, ni siquiera nos han leído, y están haciendo ese cuestionamiento”. 

Si un corresponsal inglés en Chile cubre un tema sobre Reino Unido -dice- nadie lo cuestiona

—Pero para el caso de las personas racializadas, sí nos ocurre constantemente” 

En 2018, Paula, junto a otros/as periodistas, fue objeto de seguimientos por la Policía de Investigaciones, en el marco de una vigilancia realizada al líder de la Coordinadora Arauco Malleco, Héctor Llaitul. La Policía de Investigaciones realizó seguimientos, escuchas telefónicas y carpetas con información personal de periodistas y medios, entre ellos y ellas de  Paula. 

Hay situaciones que pasan muy desapercibidas en Chile que están muy normalizadas y que no deberían estarlo. La  PDI hizo una  ficha con nuestros datos personales, pero estamos haciendo nuestro trabajo, son conversaciones periodísticas, con una fuente, consultando datos, es una intervención  sin ninguna justificación que vulnera el derecho a la información, el derecho periodístico. Está súper normalizado y es grave. 

La periodista Javiera Coñuenao Melipan, Mapuche Nagche de la comuna de Chol Chol, es nieta de Longko -autoridad Mapuche. Al igual que muchas otras periodistas Mapuche, se interesó en estudiar la carrera desde joven.

Me empecé a dar cuenta de situaciones que me causaban mucho ruido, que me molestaba ver la tele, yo estaba consciente de que soy Mapuche, de que vivo en comunidad y empecé a ver el tratamiento de las noticias de que los Mapuche somos terroristas

Y agrega:

—Me acuerdo de la huelga de hambre de la lagmien -hermana- Juana Calfunao y yo me preguntaba ¿qué estaba pasando en la Corte Interamericana? Yo quería saber más y contarle a todos”.

Mientras estudiaba periodismo y vivía en el Hogar Mapuche Pelontuwe en Temuco, hogar que recibe a estudiantes universitarios/as Mapuche de diversos territorios, Ahí conoció de cerca los allanamientos, detenciones arbitrarias, golpizas compañeros/as del hogar, entre otros.

Javiera es integrante de la emblemática Radio Kurruf, la señal del viento, medio que surge en 2015 y cubre reivindicaciones Mapuche, sociales y de Derechos Humanos, comunicación “como herramienta para la defensa del territorio y de la vida”. 

La Radio Kurruf, es un medio autogestionado, que ha vivido diversas agresiones, entre ellas, según explica, las amenazas realizadas en 2017 por un grupo paramilitar denominado “Húsares de la Muerte”, vinculados a grupos de ultraderecha en el territorio de Malleco. “En ese contexto presentamos una querella, de la cual emanó una investigación a realizarse por el Ministerio Público siendo cerrada sin resultados”, expresa. De la misma forma, el medio ha vivido  censura en redes sociales y la  clonación de sus cuentas para vincularlos al robo de madera

Durante el estallido social, mientras realizaba registros para la radio en Temuco, fue impactada en su pierna por una bomba lacrimógena.

“El artefacto se quedó pegado a mi ropa y piel – relata- en ese momento andaba sola, dejé de grabar, guardé mi teléfono y me empecé a ahogar. El gas me subía directo, no podía respirar y me empecé a desesperar. Personas me empezaron a sacar la chaqueta, el polerón, y en eso, sufrí el robo de mi celular y documentos. Eso igual genera un trauma, tenía sueños con eso”.

Elizabeth Huenchual Millaqueo, es de Llufkentúe, Galvarino, región de La Araucanía. Es comunicadora, intérprete del mapuzungun  e integrante del  histórico programa radial “Wixage Anai” -despierta y levántate-, medio que desde el año 1993 desde  la warria-la ciudad- de Santiago, trabaja en el fortalecimiento de la cultura e idioma Mapuche, abordando temáticas como historia, educación, salud, problemas territoriales, entre muchos otros.  

Elizabeth comenta respecto a los objetivos de la radio: “Se necesitaba fortalecer la vida Mapuche en la ciudad, el idioma debía estar presente como uno de los principios culturales de reafirmación. Al escuchar en mapuzungun, la gente lograba conectarse con su territorio, con su historia, de mucha gente que llegó a Santiago”. 

El programa, que actualmente es autogestionado y se transmite en redes sociales, “enriqueció a muchas personas-explica Elizabeth- fue un puente para la gente hablante que tenía el idioma silenciado por distintos motivos, ya sea discriminación, maltrato o miedo. La gente decía que por el programa volvió a hablar en mapuzungun, volvió a vestirse con su ropa, las ñañas, las lagmien- hermanas-  podían asistir a actividades, generó muchos sentimientos y movimiento en el corazón y ser de las personas. Todos eran partícipes de esto, no éramos nosotros solos, estábamos con la gente, fue muy importante. La gente se identificaba con ese espacio, se generó un vínculo. Había una conexión con el territorio y sus luchas”.

La comunicación Mapuche, explica Elizabeth, es “relevante para fortalecer el idioma, la cultura, el conocimiento, porque es un espacio donde nos podemos expresar de manera libre con nuestra propia lengua, en un momento en que el idioma está en peligro, el medio de comunicación fortalece”. 

Por otra parte, se refiere también a cómo en Chile “no hay un reconocimiento real de la sociedad hacia las mujeres Mapuche, hay un desconocimiento de la sociedad occidental”, explica.  Así, añade “a pesar de que se supone que tenemos derecho a la comunicación, no tenemos nuestros medios de comunicación propios, no tenemos un canal de televisión masivo. Ya sea en medio escrito o una opinión propia, generalmente está la censura”

Por ello, destaca: “Falta un medio propio para poder manifestar nuestras necesidades, malestares o lo que necesitemos comunicar, simplemente porque no hay espacios propios. Siempre estamos sujetos a otra gente, ya sea institución, organización, pero necesitamos un espacio donde poder comunicar nuestras necesidades, nuestra forma política, nuestro pensamiento político”.

Situaciones de violencia en contexto de represión policial hacia el Pueblo Mapuche, la vivió también Ange Cayuman, quien es ngerekafe- realiza textilería Mapuche- se dedica a la escritura y a la realización audiovisual. Ange es periodista, parte de las disidencias sexuales Mapuche, participa en el Colectivo Rañgintuleufü, en el Colectivo Informativo Mapuche Mapuexpress, como asimismo en la revista de arte, pensamientos y escrituras en Wallmapu y Abya Yala, Yene Revista. De misma forma, dirigió los cortometrajes “Fernando y su gato” y “Gregoria, tu nombre”, que se refieren a la vinculación entre la dictadura militar y el Pueblo Mapuche y el corto “La tierra de arriba sobre el cielo mapuche”. Se dedica a la creación artística y literaria porque  según explica, “parte del ejercicio de comunicación mapuche es contar nuestras propias historias de todas las maneras posibles”.

Mientras registraba jornadas de apoyo de familiares y red de apoyo tras la huelga de hambre del Machi Celestino Córdova-autoridad espiritual Mapuche que fuera condenado a 18 de años de prisión por el incendio con resultado de muerte de un matrimonio de agricultores, Werner Luchsinger y Vivian Mackay- en las afueras de Hospital intercultural de Nueva imperial, vivió también la represión policial. 

Así, recuerda:

Nos tiraron montones de bombas lacrimógenas, disparos con no sé qué, drones… me acuerdo haber corrido por el estero que llega al río Imperial, me tuve que sacar la ukülla (manta) que se me quedó enganchada en un alambre de púa y venían los Fuerzas Especiales detrás”. Así, relata: “No pudieron meterse el estero, entonces, con dos personas más, nos escondimos y después de un par de horas salimos y pude recuperar mi manta, a las horas se pasó el olor a lacrimógena”.

Ange se refiere a otras violencias, aquellas presentes y simbólicas, a las que deben enfrentarse como Mapuche y que afectan también el ámbito comunicacional: “La principal vulneración es que uno no exista….pensar que todos/as somos chilenos/as es  la primera violencia, porque uno ahí no existe. No existe tu historia personal, no existe la historia de tu familia, de tu comunidad,  tu territorio, no existe tu lengua, no existe una forma de mirar lo natural, el territorio mismo, no existe”.

Otras vivencias relata Stefanie Pacheco Pailahual, periodista Mapuche, doctora en Comunicación Audiovisual, Publicidad y Relaciones Públicas de la Universidad Complutense de Madrid y quien es académica en la emblemática Universidad de La Frontera (UFRO), en Temuco, región de La Araucanía, e integra el Observatorio de Medios y Movimientos Sociales. 

En contexto de la revolución pingüina del año 2006, cuando estudiantes de todo el país exigían educación de gratuita y de calidad, y siendo menor de edad, fue detenida por la policía junto a sus compañeros, “salimos con las manos en alto y la primera que sale es una niña, porque el espacio era chico y ella quedó ahí. Y la empiezan a reventar a palos”, explica. Tal situación, le afectó a la actualidad, y cuando realizaba coberturas a manifestaciones, la tenía presente. También, mientras estudiaba periodismo en la UFRO, fue testigo de la violencia policial en múltiples ocasiones, en una de ellas, comenta, “vi como la policía, en el campus, golpeaba a una serie de estudiantes, los ponía contra el suelo de rodillas”. En ese contexto y en su formación como periodista, en distintas ocasiones no pudo realizar reporteos dado el bloqueo policial, como cuando el ex presidente Sebastián Piñera visitó Temuco en 2011. 

Ya una vez titulada, y ejerciendo como académica, el año 2020 por publicar en sus redes sociales personales su visión respecto a la cobertura periodística realizada por un medio local al agresor sexual Martín Pradenas, quien fuera condenado a 17 años de cárcel, Stephanie vivió un proceso judicial en el que le presentaron un recurso de protección en su contra, solicitando bajar la publicación, disculpas públicas y pagar las costas del juicio. Finalmente, tanto en la Corte de Apelaciones de Temuco como en la Corte Suprema, primó a favor su derecho a la libertad de expresión.  

En otra ocasión, relata, buscó publicar una columna de opinión en el Diario Austral, el principal medio escrito de Temuco, filial de El Mercurio, en el marco de la conmemoración del día de la mujer indígena. “Hablé de lo importante que era el día de la mujer indígena pero también que era importante reconocer a las mujeres que luchan en los contextos también de criminalización como la machi Francisca (Linconao) y la machi Millaray (Huichalaf). Fue muy escueto lo que coloqué, pero justamente aludiendo a que no todo es folclore, y que efectivamente hay otras cosas. El editor dice que todo bien, pero que quite esa parte”. Finalmente, tras su negativa y una serie de discusiones, el periódico acepta realizar su publicación. 

Frente a ello, reflexiona: “A veces, a lo mejor está en ponerse un poco duro, en justamente defender lo que uno escribe, defender esas posiciones, si es que es lo correcto y estamos actuando de manera ética, porque a lo mejor la mayoría de las veces la gente recibe rechazos y no perseveran en defender su opinión y a lo mejor eso también te permite ir abriendo más puertas”.

Claudia Caripan Caman es periodista Mapuche de Valdivia, región de Los Ríos, en la Fütawillimapu, el gran territorio del sur Williche. Es la primera generación de su familia que se está reencontrando con el saber mapuche, dado el despojo. 

En el 2011 siendo menor de edad, fue detenida en dos ocasiones en contexto de movilizaciones sociales estudiantiles que se extendían a lo largo de Chile para exigir educación gratuita y de calidad. En una de aquellas detenciones, vivió dos años de proceso judicial en el que se le exigió aceptar que tiraba piedras a Carabineros de Chile, para abreviar el caso. Ello según relata, le generó que, posteriormente, en las movilizaciones estudiantiles y durante el estallido social, estuviera renuente a realizar registros en contextos de represión policial. 

Actualmente, trabaja en el Sindicato de profesores de la Universidad Austral de Chile y cursa un magíster en Comunicación en el que compara los tratamientos informativos de los medios tradicionales respecto a los medios Mapuche Radio Kurruf y Mapuexpress. También, es autora de la investigación: “La representación de la mujer mapuche en los medios de comunicación: el caso de la huelga de hambre del Machi Celestino Córdova y ocho presos políticos mapuche” (2022).

Según explica, a otro tipo de violencias a las que se ha tenido que enfrentar, es al estereotipo respecto del/a Mapuche, así, le han dicho en múltiples ocasiones: “Tú tienes apellido Mapuche y tú deberías saber tal cosa”, “Eres de Temuco” o “Eres del campo”. Así, Claudia explica que en muchas ocasiones, la violencia hacia el mundo Mapuche no es explícita únicamente, sino que se trata también de una violencia simbólica. 

—En las noticias ya no se van a referir en los titulares como “el indio”, “el mapuche flojo” o “el mapuche terrorista”, pero hay una violencia y un racismo escondido, en qué tipo de fuentes ocupan en el artículo. La mayoría de las fuentes son las oficiales, de gobierno, Carabineros, los cargos públicos y en un muy bajo porcentaje, se busca la fuente Mapuche” —señala.

Las violencias a la que se enfrentan las periodistas y comunicadoras, abarca distintas áreas, y una de ellas es la económica, según describe Catalina Rumian, comunicadora Mapuche Williche de Chawrakawin, Osorno. Su muchülla -su familia-  proviene del sector de Pualwe, “el lugar de las almas”, en Kunko Mapu, San Juan de la Costa, con quienes ha realizado desde pequeña música con la banda Wechemapu. 

A sus 19 años, ha participado como comunicadora independiente realizando programas como Wiñosuam, y Cosmovisiones de la Mapu, programas audiovisuales donde entrevista a cultores/as, educadores/as y artesanos/as Mapuche de la Fütawillimapu. También, realizó el «Registro Fotográfico de Lugares de Significación Histórica y Cultural del Territorio Künko” y participa en el medio de comunicación Fütawillimapu, uno de los principales medios de comunicación Mapuche Williche en Chawrakawin, medio que varias ocasiones ha sufrido hackeos de fuentes desconocidas.

En el medio digital Fütawillimapu explica “se puede encontrar mucho acerca de idioma, sobre todo enfocado en Tse süngun (variante Williche del Mapuzungun), informaciones de lo de lo que pasa, de la forestales, de ciclos de la naturaleza,  Wetripantu, Nguillatún (ceremonias espirituales Mapuche), notas de los mismos trabajos que hace la gente, reuniones del cacicado, entonces es un medio que ayuda mucho a la difusión de lo que la misma gente hace”.

Catalina reflexiona respecto a una arista del ejercer comunicación Mapuche, y que es la precariedad económica en la que muchas veces deben trabajar al realizar prensa. “El trabajo comunicacional Mapuche no es valorado monetariamente y eso es incorrecto porque igual es un trabajo. Quizá uno no busca ganar o lucrar con esto, pero sí que es importante para poder seguir investigando, para poder moverse, porque el viajar, el poder llegar hasta lugares remotos para poder contactarse con la gente, la bencina por decirlo así, no sale de la nada. No estoy haciendo menos que los otros”, enfatiza.

También lo reafirma Catalina Manque, periodista independiente de Valdivia, en la región de Los Ríos, quien ha colaborado con diversos medios de comunicación entre ellos, en el colectivo Mapuexpress.  

Catalina, ha vivido discriminación por motivos de género, dado que ejerce roles de cuidado de menores. Según el informe de la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión, esta discriminación afecta a periodistas y comunicadoras y genera que “muchas de ellas se excluyan (del mercado de trabajo) o se inserten en empleos a tiempo parcial o cuyo ejercicio no implica asistir a un lugar fijo de trabajo, como forma de conciliar las responsabilidades familiares con las obligaciones del trabajo remunerado”.

Catalina asegura que mientras realizaba una investigación respecto al conflicto en Pilmaiquén y la hidroeléctrica de Statkraft,  la policía la perseguía y  fotografiaba en diversos espacios. Así, reflexiona respecto a la libertad de prensa: “La gente quiere hacer periodismo y no tiene un apoyo de hecho. En Chile hay escasos recursos para los medios comunitarios, las políticas públicas están muy atrasadas”, enfatiza.

—La libertad de expresión no solamente tiene que ver con informar o decir lo que yo quiero decir, también tiene que ver con la democracia y en respetar los Derechos Humanos sin dejar de lado los derechos culturales”.

La cineasta Karin Cuyul, es directora del largometraje documental “La Historia de mi nombre” y  el cortometraje “Notas para el Futuro”, y productora de Tótem, dirigida por la Unidad de Montaje Dialéctico y que se refiere a las desapariciones forzadas en México.

Desde pequeña quiso estudiar cine, “quería hacer películas, contar historias, escribir”, explica. Así, añade, “he tratado de escribir sobre cosas que me preocupan, que se relacionan con una idea de identidad, y asuntos políticos del país y cómo nos relacionamos con eso desde una manera íntima, desde el interior del hogar, cómo nos involucramos con esos procesos y entran en nuestras intimidades”.

Karin explica: “Si vemos, no hay tantas mujeres Mapuche haciendo cine, porque es difícil hacer cine para las mujeres en general, y las mujeres racializadas más”, así añade, “cine es una carrera muy machista -enfatiza- los hombres hacían los cargos técnicos y casi siempre eran quienes contaban las historias”. 

Desde México, reflexiona: “No sé qué pasaría en Chile si quisiera entrar en temas más pesados. Con “La Historia de mi nombre”, sentí preocupación sobre las repercusiones que podría traer en la vida de mis padres, luego no pasó nada y eso me dio seguridad”. Además, añade: “No sé qué pasaría si me pusiera a trabajar en  temáticas como qué está pasando en Wallmapu, o qué está pasando con la CAM ¿Alguien me daría financiamiento para eso? Porque desde ahí podrían haber trabas, por ejemplo e imposibilitar quizá no con amenazas pero que las cosas no sucedan fácil ¿O qué pasa si hay persecusión?”. 

¿Hasta dónde pueden llegar las repercusiones en las vidas personales del trabajo que uno hace? —se pregunta.

Libertad de prensa y comunicación en Wallmapu 

Son múltiples los ejemplos de agresiones a la prensa en contexto Mapuche, una vez recuperada la democracia el 89, tras la dictadura cívico militar liderada por Pinochet.  

Algunos casos son el ataque al equipo de Televisión Nacional de Chile que fueron baleados en la región del Bío Bío el año 2021, mientras iban a entrevistar a Héctor Llaitul, y quien actualmente se encuentra en huelga de hambre. Ello sumado a la “Operación Huracán”, operativo policial del año 2018 que posteriormente  fue confirmado como montaje, donde se confirmó la realización de prácticas ilegales de seguimiento por parte de la policía hacia periodistas y a medios de comunicación en Chile, entre ellos, a distintos medios de comunicación Mapuche.  

Otros casos son el encarcelamiento de la documentalista Eleva Varela, quien en 2008 grababa el documental Newen Mapuche, la fuerza de la gente de la tierra, y quien fuera encarcelada, acusada por la justicia chilena por “asociación ilícita para delinquir y de vínculos con un grupo terrorista”, en un juicio en el que le pedían 15 años de cárcel. En 2010, fue declarada inocente de todos los cargos.

Se encuentra la acusación penal a la Radio Kimche Mapu en 2011 por transmisión radial sin autorización, caso que fue presentado ante el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial de Naciones Unidas o bien el encarcelamiento del fotógrafo independiente de Felipe Durán en 2016 por supuesto “porte ilegal de armas y elementos explosivos”.

En 2017, otro medio Mapuche vivió la censura, esta vez, a través de una acusación del delito de injurias graves con publicidad por parte de un particular asesor del BID. Se trata del medio de comunicación Mapuche Mapuexpress que difundió un comunicado de comunidades Mapuche en el que se cuestionaba su rol dada la oposición comunitaria frente a una central hidroeléctrica en el lago Maihue.   

Según señala el informe “Comunicadores en Wallmapu”, del Observatorio del Derecho a la Comunicación, organización que promueve la defensa de la libertad de expresión y el pluralismo en Chile, otros casos de agresión a la prensa en contexto Mapuche son el hostigamiento, la criminalización a medios de comunicación, la expulsión de comunicadores/as extranjeros/as que se han vinculado con comunidades como los son casos de comunicadores provenientes del país Vasco (2010), España (2007), Italia (2008) y Francia (2008).  

El texto explica cómo los/as comunicadores/as y medios se enfrentan asimismo a amenazas por parte de particulares, y cómo se encuentran en situación de mayor desprotección, y a su vez, cómo existe un escaso impacto de las denuncias asociadas a agresiones. Por otra parte, se refiere a la ausencia de mecanismos de protección específicos hacia comunicadores/as Mapuche. 

Su director, el abogado Javier García, explica que hay situaciones de agresiones a la prensa que se dan sólo en Wallmapu, por lo tanto,  el territorio “tiene elementos de zona silenciada. Hay menos libertad de prensa en Wallmapu que en el resto de Chile”.

Así, se refiere a cómo los riesgos que enfrenta el ejercicio de la libertad de prensa en Wallmapu “son mayores que en otro lugar, y una de las variables es el tema que vayas a hablar. Si te pones a entrevistar a dirigentes Mapuche, a dirigentes de la CAM (Coordinadora Arauco Malleco) o de otros colectivos, te estás exponiendo más. Es una zona más compleja, el sistema de justicia no funciona, el Estado de Derecho es muy disfuncional, o sea, es una zona excepcional. Es una zona peligrosa, un territorio donde se dan situaciones de excepcionalidad en todos los sentidos, entonces con la libertad de prensa, pasa lo mismo, es una excepcionalidad” aclara.

Así también lo reafirma Paula Correa, Coordinadora Nacional de la Comisión de Género y vicepresidenta del Colegio de Periodistas de Chile. Paula es también integrante de la Red de Periodistas y Comunicadoras Feministas y  reportera de Derechos Humanos. Así, expresa: “no es posible hablar de libertad de prensa en el Wallmapu” dado que, según explica la libertad de prensa “está condicionada a lo que estipulan leyes y el sistema de medios, un sistema entregado al mercado y con altísimos índices de concentración de la propiedad que, desde allí, ya está enfermo”. 

“Se trata -añade- de un sistema que no reconoce el Derecho a la Comunicación en su sentido más amplio, es decir, el derecho de todas las personas a comunicar y levantar medios, pero también el derecho a recibir información oportuna, veraz y plural. Si pensamos en la comunicación Mapuche la situación se hace más compleja, ya no hay recursos para levantar y sostener medios. Para Wallmapu, la comunicación es un espacio más de lucha, cuando su perspectiva es marginalizada, ignorada, caricaturizada, tergiversada y manipulada por la prensa oficial”.

Así, Paula se refiere a cómo las periodistas y comunicadoras Mapuche deben enfrentarse además, a una violencia racista y colonialista, “constituyendo una interseccionalidad de la violencia que urge ver y atender, dados los peligros a los que están expuestas. Muchas veces- explica- cubren temas relativos a conflictos ambientales entre megaempresas y comunidades, otro frente donde la violencia se expresa en Chile y Latinoamérica, de forma hasta criminal, contra las personas que son defensoras ambientales y de Derechos Humanos”.

Estas agresiones a la prensa en Wallmapu, se enmarcan en problemáticas políticas e históricas estructurales no resueltas entre el Estado chileno y la Nación Mapuche y que se profundizan con el modelo neoliberal, el colonialismo, extractivismo, la instalación de megaproyectos de inversión que genera conflictos socioambientales, la aplicación de la cuestionada Ley Antiterrorista hacia el Pueblo Mapuche y con el no reconocimiento constitucional de los Pueblos Indígenas en Chile, entre muchas otras problemáticas.

Desde el saliente gobierno de Piñera y el actual de Boric,el Estado instaura la cuestionada militarización de los territorios iniciada en mayo de 2021, y que lleva dos años con prórrogas y renovaciones de los Estado de excepción constitucional en la regiones de La Araucanía y las provincias de Arauco y Biobío, en la región del Bío Bío. En este contexto, los medios tradicionales de comunicación utilizan denominaciones como “zona roja”, “violencia rural”, “escalada de violencia” y “terrorismo en la macrozona sur”, en el marco del denominado “conflicto Mapuche”, entre muchos otros conceptos. 

El uso de un lenguaje racista, con estereotipos y discriminación hacia el Pueblo Mapuche por parte de tales medios han sido ampliamente cuestionados en diversos artículos académicos (Martínez, 2010; Maldonado, Del Valle, 2013;  Sáez, 2016).

Por esto, en 2021, las periodistas Mapuche Paula Huenchumil y Stefanie Pacheco-Pailahual crearon el “Manual de buenas prácticas para la difusión mediática de temas Mapuche”, dirigido a estudiantes, periodistas y medios para “generar contenidos responsables e informados sobre los pueblos indígenas”.  

En él, se refieren a cómo existe un conflicto de intereses entre los dueños de los medios tradicionales de comunicación que “ha afectado la cobertura de noticias de distintos grupos de la ciudadanía y, en particular, a comunidades indígenas que se enfrentan con empresas o con el Estado por disputas territoriales, comunidades que, a través de las representaciones mediáticas, han sido folclorizadas, invisibilizadas o criminalizadas por sus demandas”.

En Abya Yala, las mujeres periodistas y comunicadoras, son aún más afectadas, y deben enfrentarse según el informe de la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, a patrones de discriminación que “limitan el acceso de las mujeres a los medios de comunicación, restringen el tipo de tareas y/o temáticas que se les permite abordar y demuestran que las decisiones sobre el acceso de las mujeres a oportunidades laborales, ascensos y/o aumentos salariales no se basan en criterios objetivos sino que reflejan y perpetúan estereotipos de género”. 

En este escenario, son bajas las posibilidades de mujeres Mapuche, con una mirada propia, de ingresar a medios tradicionales de comunicación, cuya propiedad en Chile están altamente concentrados, y donde priman, por lo demás, las voces de hombres chilenos y una mirada colonial sobre el mundo Mapuche. 

Así lo reafirma Catalina Manque quien explica que en el ámbito laboral, durante años ha vivido una segregación laboral. “Me estaban dejando de lado, no me llaman de los trabajos o me dicen que yo no puedo trabajar acá porque trabajé en prensa independiente. Al final uno también tiene buscar otras formas de vida para poder subsistir y sobrevivir, porque igual hay un prejuicio de los periodistas que trabajan en medios tradicionales hacia nosotras, hacia las que trabajamos en medios independientes, porque nosotros hacemos prensa desde los pueblos, desde la gente, no desde el poder económico político”.

En tanto, a nivel local, muchos de los medios Mapuche, comunitarios e independientes, se encuentran en compleja situación dada la autogestión de los mismos, la inestabilidad económica y precariedad laboral, que le imposibilitan acceder a sus miembros a otros derechos como a la salud o previsión social. Sus integrantes, en muchas ocasiones, trabajan en base al compromiso sin remuneraciones, con equipos pequeños, lo que genera que deban mantener otros empleos para subsistir. 

De misma forma, son medios con poco alcance y escasas posibilidades de realizar amplias coberturas a las temáticas en sus propios territorios. Muchos de ellos, se han visto expuestos a persecución, ciberataques y/o seguimientos, lo que en sumatoria, genera dificultades para perdurar en el tiempo y dificulta el ejercicio al derecho a la comunicación Mapuche.

Así lo reafirma el profesor e investigador Teun Van Dijk, director del Centre of Discourse Studies en España, autor de “Racismo y discurso de las élites”, “Prensa, racismo y poder”, “Racismo y discurso en América Latina” , entre muchos otros. Van Dijk es referente en la perspectiva multidisciplinar del análisis crítico del discurso.

Así, explica: “la discriminación doble – por ser mujer y Mapuche – ha sido documentada en muchos trabajos, con las consecuencias también conocidas: te contratan menos que a otras mujeres, y mucho menos que a hombes blancos; una vez que tienes trabajo como periodista no te dan las tareas más interesantes, y tal vez, solamente hacer historias sobre Mapuche”. Así, agrega: “si haces artículos más críticos sobre el racismo contra el pueblo Mapuche, no te publican o van a tratar de mitigar el texto; tampoco tienes menos opciones de subir en la jerarquía del periódico”. 

Es más difícil conseguir entrevistas con personas importantes para hacer un reportaje y te pagan menos por el mismo trabajo”,  finaliza reflexionando.

A pesar de lo anterior, de los obstáculos y dificultades, las mujeres periodistas y comunicadoras Mapuche continúan resistiendo en Wallmapu, desde la mirada propia, desde sus territorios frente a los distintos tipos de violencias: estructural, política, económica, laboral, de género, simbólica, entre otras. Karin Cuyul finaliza con una profunda reflexión: “Nos cuesta mucho más, al ser mujeres y mujeres racializadas, por muchas razones, políticas, estéticas, no estamos en una concepción hegemónica tampoco, pero hay que trabajar como hormiguita, creyendo mucho en lo que se quiere contar. Eso implica fuerza”.

Hay que confiar en una —destaca— y ser determinada en lo que una cree y quiere hacer. Confiar en lo que una tiene que decir y que es la persona para decirlo. Por eso está ese ímpetu, esa pulsión de contar historias, hay que relacionarse honestamente con esa pulsión sobre la historia que estamos contando”. 

Martina Alejandra Paillacar Mutizábal
Colectivo Informativo Mapuche Mapuexpress
Chile

Periodista Mapuche Williche de Osorno, sur de Chile, licenciada en Comunicación Social, Magíster en Ciencias Sociales Aplicadas y Magíster en Ciencias Humanas mención Historia. 

Diplomada en Fortalecimiento del Liderazgo de la Mujer Indígena, en Periodismo de Investigación y en Historia y Archivística. Desde 2010, participa en el Colectivo Informativo Mapuche Mapuexpress.

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