Tras el fallecimiento del activista transgénero y cofundador de la colectiva Diversidades Transmasculinas (DTM), Rodrigo Ventocilla Ventosilla, sus aliades en el activismo han inaugurado ‘La Rodri’: un espacio de acogida, reunión y encuentro que espera convertirse en el primer gran centro comunitario al servicio de las diversidades sexuales en el Perú.
Son pasadas las dos de la tarde y en la cocina de ‘La Rodri’, Jacob Arismendi, de 31 años, fríe un huevo que acompaña con arroz. Aprovecha para almorzar mientras espera que comience el ‘Semillero de Sabidurías Trans’: una reunión en la que se debaten asuntos de género y diversidad. Con paso lento, lleva su plato de comida al living de la casa. Su cabello es ondulado y corto, usa lentes redondos y delgados, y en sus labios inferiores dos piercings a cada lado. De baja estatura; porta un chaleco verde sintético holgado, un polo sin mangas, un buzo ancho y zapatillas.
Fue hace algunos meses que con los cambios en su apariencia física aparecieron también algunos problemas en el trabajo: “Inicié mi transición cuando estaba en un call center. Fue todo un tema para que se adaptaran a mis pronombres y mi nombre social, así que perdí ese empleo”, cuenta Jabob, con una pena que se filtra por su rostro.

Ya sentado en la mesa del comedor, dice que dejó el cuarto en el que vivía cuando fue inaguantable el trato deshumanizante de sus vecinos hacia su pareja, una mujer trans que le visitaba con frecuencia. Por eso llegó a ‘La Rodri’ hace dos meses; y, según dice, este lugar lo ha salvado.
En junio del 2024, la colectiva Diversidades Trans Masculinas (DTM) inauguró ‘La Rodri’, en honor al activista transgénero y luchador por los derechos de las diversidades sexuales, Rodrigo Ventocilla Ventosilla. Rodrigo murió bajo custodia de la policía de Bali en Indonesia en agosto del 2022, tras ser detenido en el aeropuerto, ‘porque sus datos personales no coincidían con su apariencia física’. Lo acusaron de suplantación de identidad. Rodrigo, de acuerdo con la declaración de su abogado, Julio Arbizu, al medio RPP Noticias, fue víctima de discriminación y transfobia por parte de la policía de Bali y terminó siendo detenido Para honrar su memoria, sus compañeros fundaron esta casa; un espacio de acogida y encuentro para transmasculinidades y personas no binarias.
Por fuera es sobria y su fachada se erige en la mitad de una cuadra en el distrito de Barranco, en Lima. Pintada de blanco, tiene una amplia cochera protegida con rejas de púas donde los visitantes estacionan sus bicicletas y motos. Parece una casa más del vecindario: sin mayores adornos ni anuncios llamativos. Incluso, por motivos de seguridad, los fundadores de DTM accedieron a darme la dirección solo el mismo día de la visita. Por dentro, sin embargo, es un espacio diferente, cálido, barroco.

“Cuando un trans muere, nunca muere”
Rodrigo Ventocilla Ventosilla, de 32 años, acababa de terminar una pasantía en una ONG en Johannesburgo sobre equidad de género e inclusión social cuando viajó a la isla de Bali, en Indonesia, para disfrutar de su luna de miel junto a su esposo Sebastián Marallano. Tras años de relación, la pareja decidió casarse el 25 de mayo del 2022 en Chile, país en el que sí se permite el matrimonio entre personas del mismo sexo, a diferencia de Perú, su país natal.


El pasaje a Bali fue un regalo de les amigues de la universidad de Rodrigo. El 06 de agosto, los esposos aterrizaron en el aeropuerto Denpasar-Ngurah en vuelos diferentes. Sin embargo, vivieron un calvario del que solo uno de ellos salió vivo.
La policía de Bali registró las pertenencias de Rodrigo. Los detuvieron. Encontraron un grinder con residuos de cannabis, gomitas y pastillas. La defensa de Rodrigo alega que la medicación correspondía a su tratamiento psiquiátrico y que él mostró las prescripciones médicas correspondientes. Aún así, fue llevado a la comisaría y retenido en una celda. Sebastián estuvo con él todo el tiempo.

La familia de Rodrigo supo de su detención el domingo 7 de agosto a la medianoche. Buscaron ayuda del cónsul peruano en Indonesia, Julio Eduardo Tenorio Pereira, pero no la consiguieron. Tres días después, les comunicaron que ambos habían sido internados.
Rodrigo fue inicialmente trasladado al Hospital Bhayangkara al experimentar dolor de estómago y vómitos, así lo reportó el periódico local Radar Bali. Cuando su condición se deterioró, fue conducido al Hospital General Sanglah Central, donde falleció el 11 de agosto alrededor de las 3:10 p.m, hora local.
Antes de ser becado en la Harvard Kennedy School (HKS), Rodrigo se desempeñó como asesor del director ejecutivo del Proyecto Escuelas Bicentenario en Lima y trabajó como especialista en presupuesto público del Ministerio de Economía y Finanzas. Sebastián aún no termina de creer lo que pasó con él. “Es penoso. Rodrigo era el miembro más exitoso que tenía DTM y aún así lo abandonaron. Te dicen que el éxito y la plata pueden todo. Pero en nuestro caso, tenemos una marca que siempre vamos a llevar, de cuerpos que merecen la indiferencia”, puntualiza.
¿Qué pasó con Rodrigo? En una entrevista para el medio The Harvard Crimson, un año después de los hechos, Arbizu declaró que falleció a causa de una sobredosis de pastillas que ingirió durante el encierro. Sebastián también las tomó. Ambos dejaron una carta de despedida. “Yo me salvé, pero en el hospital dijeron que no tenían los insumos para salvar a Rodrigo”, cuenta Sebastián.
La familia de Rodrigo presentó una denuncia por tortura contra las embajadas de Indonesia y acusó al cónsul peruano de inacción. En conversación con Julio Arbizu, el abogado, explica que la Fiscalía ha ampliado la investigación durante ocho meses más, pero que aún no se conoce quienes detuvieron a Rodrigo, lo encarcelaron, ni atendieron en el hospital.
En total, han pasado poco más de dos años desde aquella tragedia. Desde entonces, Sebastián no se ha vuelto a enamorar: “La gente dirá que estoy bien porque estoy alimentado, porque tengo casa, porque sobrevivo, porque no me he matado. Pero tuve muchas situaciones e intentos, pero hubo gente que estuvo conmigo, cuidándome”.
La muerte de Rodrigo fue emblemática para la comunidad transgénero en el Perú. André Alzamora, Director de Finanzas de DTM, cuenta que lo despertaron para darle la noticia. “Mi suegro entró al cuarto y nos dijo que se había muerto. Fue bastante fuerte. Sentí que nuestras vidas son frágiles, que debo estar preparado para lo que suceda”.Por eso emprendieron una búsqueda. Tras meses de rechazos, los compañeros de Rodrigo consiguieron por fin una casa, próxima a restaurantes y ferias. Ahora, en sus paredes hay murales y fotografías de Rodrigo. “Cuando un trans muere, nunca muere”, se lee en los pasillos.
Las diversidades que habitan ‘La Rodri’
Transitar el género es una exploración interna, pero también un viaje que puede no tener destino. Sebastián Marallano hoy tiene barba en el mentón y bigotes por encima de la comisura de sus labios. Cuando su mamá lo echó de la casa, en 2012, decidió afirmar su “tomboismo” —así describe lo que es ser una lesbiana ‘machona’— y ahora, aunque ha iniciado tratamiento en testosterona, se ha permitido otras exploraciones fuera del canon. “Antes me he afirmado como una persona no binaria. Pensaba que ser transmasculino era ser un ‘hombrecito’ y yo quise mantener mi feminidad”.
DTM se fundó en 2015. Para ese entonces, ya existían otras organizaciones de transmasculinidades en el Perú. Sin embargo, según sus fundadores, las demás seguían manteniendo vivos los mismos estereotipos de género binarios que querían erradicar.
A André Alzamora le gusta la moda, se preocupa porque sus zapatillas combinen con el collar que usa al salir de casa. Su sentido de la estética le hacía cuestionar si realmente era un hombre o no. “Con DTM, me doy cuenta que esta diversidad masculina existe en los hombres trans. Me considero un hombre delicado, al que le gusta el arte, más sensible, más estético”, describe.
En América Latina —y Perú no es la excepción— quien no se asemeja físicamente a los ideales ‘masculinos’ y ‘femeninos’ pasa a vivir en los márgenes. Según el informe anual Ejecutivo de PROMSEX para el 2023, el 71 % de la población peruana consideró que las personas homosexuales, bisexuales y transexuales son discriminadas, considerándose el grupo más vulnerable en comparación con las personas con VIH/SIDA, poblaciones indígenas y personas con discapacidad.
Por su parte, el informe “Cuerpos y Resistencias que transgreden la pandemia: transmasculinidades y personas de género no binario AMAN en el Perú”, muestra que 7 de cada 10 transmasculinidades y personas no binarias han recibido violencia por la invisibilización de su identidad.
Esto genera lo que se conoce como el “estrés de minorías”, de acuerdo con PROMSEX en su informe anual 2023. Implica la angustia de defender y reafirmar su identidad frente a una sociedad que la niega constantemente.
El abrazo trans
El comentario llega de manera inesperada. ”Yo les digo que voy a desaparecer por ratos porque tengo depresión y me aislo de todo”. Sentado en la mesa del Semillero Trans junto al resto de sus compañerxs, el que habla es Salvador Alkesei. Tiene 40 años, es profesor de arte de un colegio estatal en Lima y vive con su mamá y papá, ambos católicos y tradicionales. Son al menos diez participantes los que ahora están reunidos. Sobre tres mesas plegables han colocado piqueos y gaseosas.
La discusión es académica y teórica hasta que Salvador interviene. Sus compañeros lo miran, con gestos que transitan de la preocupación a la impotencia. ¿Qué es la depresión? ¿Cómo se vive ese estado?

Un estudio exploratorio realizado por Más Igualdad Perú, en el 2021, mostró que las personas LGTBIQ+ encuestadas reportaron problemáticas relacionadas a la salud mental. El 60 % reportó síntomas relacionados a ansiedad, el 60 % vinculados a baja autoestima e inseguridad y el 58 % a depresión. Las causas son múltiples: la discriminación, los prejuicios, el aislamiento social. Salvador ha vivido todas ellas.
“Yo no estoy en terapia hormonal. De hecho, cuando tengo que ir al servicio médico, voy a ginecología. La última vez que fui, me miraron y me dijeron: ‘¿te has equivocado?’. ‘No, no me he equivocado’, les dije. El médico y la enfermera empezaron una discusión antes de permitirme entrar al consultorio”, dice Salvador.
Salvador tiene lo que al interior de la comunidad trans se conoce como el “cispassing”, un término que se usa para describir a una persona trans que “pasa como cis”. Este término no es un cumplido, sino que lastima la autoestima de las personas trans y también la idea de respetar su propia identidad de género ya que promueve la idea de encarnar cuerpos hegemónicos. Siendo el género tan amplio, ¿por qué las personas trans tienen que defender constantemente su derecho a expresarse? Esto no solo es injusto, sino que resulta abrumador y frustrante.
Salvador es de contextura ancha y lleva el pelo corto. Sin embargo, cuando le piden su identificación, asiste a una cita médica o en algunos asuntos laborales, debe lidiar con situaciones incómodas.
“Los padres de mis estudiantes me barren de pies a cabeza. He pensado en cambiarme de trabajo, pero digo, así como Dani, no considero que sea justo tener que dejar todo lo que he ganado y cambiar mi vida por ser como soy”, sentencia.
“Bebé”, le dice Dani Silva, Director Ejecutivo de DTM, a Salvador cuando, cogiéndose la cabeza, cuenta que esta es la segunda vez que atraviesa un periodo depresivo. Dice que es porque quiere empezar a tomar hormonas, pero tiene mucho miedo. “En tu trabajo, tú no tienes que dar explicaciones a nadie. Solo ser. Tampoco tienes que empezar terapia en hormonas si no deseas o no te sientes preparado. Aquí tienes un espacio para conversar, para reírte, un lugar donde te vamos a dar apoyo”, le recalca.
Empezar un proceso en testosterona involucra diversos cambios físicos, así lo señala la revista chilena de obstetricia y ginecología. Se suprime la regla, incrementa la masa muscular en la espalda, sube la líbido, la voz se vuelve más grave. Dani dice que hasta perdió la capacidad de llorar y sentirse triste. A veces, dice, “te miras al espejo y no te reconoces”.
A Salvador se le vuelven agua los ojos cuando recibe el apapacho de sus compañeros. Hay risas, hay aplausos, hay compañerismo. “Aquí estamos para ti”, le repiten.

Ser ellxs mismxs
Nathaniel y Ella, en cambio, son las dos únicas personas del grupo que llevan una apariencia femenina. Ambos se identifican con el pronombre ‘él’. Nathaniel, de 25, desea comprarse una casa para empezar a transicionar. Aún no le ha contado a su familia que es un hombre trans, pues teme ser apartado de sus hermanos menores. Al menos, para él, en su lugar de trabajo, su identidad sí es reconocida; lo mismo siente en ‘La Rodri’: “Dejo de ‘fingir’ cuando estoy aquí. En esta casa podemos encontrarnos con otros. Y aunque aún me veo de esta forma, aquí me siento acogido y validado como una transmasculinidad”.
Ella, de 19, se está preparando para postular a la carrera de medicina en la Universidad San Marcos. Lleva el cabello largo que recoge con un pinche, un top negro que deja ver parte de su abdomen y un sweater rojo que le llega hasta la rodilla. Según su relato, se reafirmó como un hombre trans a los 15, cuando descubrió que se identificaba con personajes literarios masculinos.
“Puede que suene un poco patético —se disculpa antes de empezar— pero hay un tipo de cómics llamado BL Voicenet que narra romances homosexuales. Leer eso me permitió pensar que no solamente existe la heteronorma. Me fui adentrando en las relaciones del mismo género y descubrí en redes sociales la comunidad trans. Me identifico como esa persona”, cuenta Ella.


Son las 7 de la noche, el semillero ha terminado, pero las ganas de irse son pocas. Los participantes se reúnen en pequeños grupos para conversar, tomarse fotos y comentar sus emprendimientos personales. Se siente un ambiente de acogida, de unión y de profundo respeto por la forma de estar en el mundo que ha elegido cada quien.
—¿Qué te gusta de venir acá? — le pregunto a Salvador.
—Que ni bien llegas, te reciben con cariño —responde.
Transicionar sin respaldo legal
En Perú no existe una ley de identidad de género que visibilice a las disidencias o diversidades sexuales. Llevar a cabo el trámite del cambio de nombre es un proceso engorroso, costoso y desgastante que solo se logra con buen asesoramiento legal. El Congreso, en alianza con el Ejecutivo, se opone a la educación sexual integral y el lenguaje inclusivo. En mayo de este año, el Ministerio de Salud publicó un Decreto Supremo que calificaba la transexualidad como una enfermedad basándose en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10) de la Organización Mundial de la Salud que quedó caduca en 2022.
Caminar por las calles de la ciudad de Lima, con una apariencia que no necesariamente encaja dentro de los cánones de la heteronorma, significa exponerse a gritos e insultos. “Estaba en el carro, y un tipo se acercó a gritarme en la cara: ‘¿Qué eres? ¿Eres un niño? ¿Qué eres?’. También mientras estaba con Rodrigo, un señor se nos acercó a decirnos: “ustedes son maricones, quieren conmigo”, recuerda Sebastián Marallano.
André Alzamora está en terapia de hormonas desde hace varios años. Su cabello es corto y rapado, se ha dejado crecer la barba y le gustan las chaquetas anchas de marcas americanas de segunda mano. A sus 35 inspira serenidad, seguridad y sensatez. Se hizo activista porque se dio cuenta que había muy poca representación transmasculina en el movimiento LGTBIQ+ en Lima. Y, especialmente, se hizo activista para defender su propia vida.
“El hecho de no tener un DNI que me represente. Ahorrar para pagar un abogado. La angustia de saber si estoy pagando pero tal vez no salga, pensar en pagar de nuevo. Me llamaban por teléfono de los bancos, escuchaban una voz masculina cuando mi nombre era femenino y simplemente me cortaban”, cuenta André para enfatizar en la angustia que implica transitar el género sin un respaldo legal.

La misma incomodidad llevó a Dani Silva a formar el estudio jurídico Llaqtamanta, que ayuda a personas trans a gestionar su cambio de identidad en su DNI. Tiene 30 años, nació en Arequipa y fue criado por sus abuelos en Tarapoto. Dani trabaja como abogado para la OSCE, el Organismo Supervisor de las Contrataciones del Estado. Durante la pandemia empezó a hacer cambios en su físico.
“Dejé de depilarme el rostro y comencé ir así al trabajo, como quien va tanteando el escenario. Cuando tuve el cambio de nombre en la sentencia, mandé el documento a todas las áreas de la OSCE. Y la gente comenzó a hablarme en masculino. Fue un proceso natural”, precisa.
Talleres para la resistencia
¿Por qué es necesario que las personas trans aprendan sobre colonialismo? Es la pregunta que convoca esta vez. Max Lira entra a la sesión de zoom mientras conversamos. Como integrante de la colectiva Rosa Rabiosa, Max ha sido invitado a ser parte del semillero de DTM para abordar este tema. Dice que se vive una “revancha fundamentalista” por los grupos antiderechos que propagan un discurso transfóbico que afectan a las disidencias sexuales y de género. “Ha sido el proyecto colonial sobre el que se empezaron a hacer políticas, ordenanzas y edictos para prohibir la presencia de personas con expresión de género ambigua”, precisa Max.

Los hombres trans, de acuerdo con el informe anual LGTBI 2023, son más propensos a sufrir síntomas asociados al estrés postraumático. Además, el acceso a la salud mental trae múltiples obstáculos como los costos excesivos de las consultas y la falta de capacitación a los profesionales sobre diversidad sexual y de género. Mercedes Condori, psicoterapeute, de identidad no binaria, cuzqueña, marrón y serrana ha sido talleristadel Semillero Sabidurías Trans y explica lo importante que es abordar terapia con una perspectiva inclusiva.
La idea suicida es lo que más se ve en consulta”, dice. “Hay un profundo cansancio y agotamiento del performance de “masculinidad”. Más aún, para hombres trans racializados, está la sensación de no ser vistos; por ende ser incapaces de ser cuidados y amados. Es por eso que ‘La Rodri’ ofrece esperanza. Porque no solamente nos matan; sino que también estamos vivos y tenemos la fortaleza de pensar y crear espacios para nosotros”, puntualiza Mercedes.

Junto a la colectiva Rosa Rabiosa y la Asociación Civil, el plan de DTM es construir un Proyecto de Ley Integral para la Protección y Reparación a las Personas Trans y No Binaries. Entre las demandas figura que el cambio de nombre sea un trámite administrativo y gratuito, un cupo laboral para las personas trans en las empresas, brindar información sobre infancias trans, hormonas y operación de reasignación de sexo subvencionadas por el Estado y un sueldo vitalicio para las personas trans que viven en situación de calle.
La ‘Rodri a futuro”
La señal falla por momentos a través de la videollamada. Sebastián Marallano está en Huancayo trabajando en la organización del Travestisuyo, un encuentro para elaborar el proyecto de ley ciudadano que demande los derechos básicos de la comunidad transgénero.

“El Estado nos trata como su chivo expiatorio. No hay respeto a nuestras vidas. Sienten que les imponemos que nos vean como quienes somos. Eso genera rechazo. Entonces, sí, ese va a ser el mayor reto: cambiar la narrativa”, puntualiza.
A veces el activismo lo deja agotado, pero DTM es un lugar donde se han concretado varios de sus sueños. “Tenemos una comunidad que nos atiende, respeta y respalda. ‘La Rodri’ me da vitalidad. Saca mucho de mis atributos. Me enfoco. Puedo ser más ordenado. Soy más tolerante, asertivo y un buen gestor”.

Carolina Rojas Lasch, magíster en Ciencias Sociales de la Universidad de Chile explica que “los cuidados y el vínculo con el otro se forman en el nacimiento, del vivir, del enfermarse, del morir. Más aún, para la población trans implica pensarse en comunidad porque su condición los aísla de los espacios más hegemónicos y tradicionales”.
Para André Alzamora, lo más importante es “entregar lo que quieres recibir”. Cree en la filosofía de Shiva, una de las principales deidades del hinduismo, conocido como ‘El Destructor’ a quien lleva tatuado en su brazo. “Dicen que la transexualidad es como algo demoníaco, que estamos poseídos. A mí me gusta reivindicar lo que se supone que es malo. Yo también tuve que destruir mi identidad para volver a crearla”.

El futuro de ‘La Rodri’ es ambicioso, Dani Silva dice que planean convertirla en una casa comunal que ofrezca, además del programa de salud mental y sabidurías trans, aprendizajes sobre resistencia económica.
Jacob es uno de los entusiastas. Nos muestra los pines que piensa vender en la feria ‘Los Travitos’. Su plan es conseguir ingresos y mudarse de ‘La Rodri’ en un mes.
—El primer año, pensé que Rodrigo iba a volver —me había dicho antes Sebastián Marallano.
Y es que quizá, Rodrigo jamás se haya ido.

Lucero Chávez Casas
Freelance Anfibia Chile
Perú
Periodista especializada en género, migración, disidencias sexuales y sociedad. Le apasionan las buenas historias y los nuevos formatos tecnológicos. Nacida en Lima, vive en Santiago de Chile. Crónicas publicadas en medios como Epicentro TV, El Foco y Anfibia Chile. En su proyecto periodístico La Válvula explica las noticias con perspectiva feminista.